Peter Pan Speedrock - (2010) We want blood

Dicen los contadores de historias que de sus amplificadores brota a borbotones el aceite de motor, dicen que el mismísimo diablo es el que afina sus guitarras minutos antes de que estos bestias holandesas se conviertan en demonios tatuados y patilludos mientras suben al once la rueda del volumen. Nadie queda indiferente despues de una descarga en la cara de este trió que en la condena llevan la virtud y que haciendo honor a la parte final de su nombre de guerra llevan el rock and roll hasta los mismísimos limites de la cordura, con su acelerada combinación de potencia, alcohol y efluvios salidos de los tubos de escape de estos locos de la velocidad, bien a bordo de las maquinas infernales a las que son muy aficionados, bien a lomos de sus instrumentos que utilizan como canalizador de su energía, aparentemente incontrolada a veces .

Trece años aproximadamente destrozando tímpanos con la fiereza de sus sonidos, con el que nos ocupa ocho discos de estudio, algunos eps y un demoledor split con otra de esas bandas que tocan como si no existiera el futuro inmediato, los americanos Zeke. Peter Pan Speedrock nace cuando el guitarrista Peter van Elderen une esfuerzos y cervezas con el batería Bart Nederhand y el bajista Bob Muileboom -sustituido más tarde por Bart Geevers- , bajo esta tesitura empiezan a desplegar su potencial en su Eindhoven natal y a forjarse en directo una merecida fama sobre todo por el norte de Europa donde se cuentan por legiones a sus más fieles seguidores. Además y como si fuese necesario para potenciar más aun si cabe sus shows en directo cuentan con la inestimable ayuda en las tareas vocales del tatuador Dikke Dennis (Dennis el gordo), el resultado de semejante mezcla sería algo así como tirar una cerilla dentro de un bidón rebosante de gasolina.

Este "We Want Blood" suena a un tono más elevado si cabe que sus anteriores trabajos, los trece temas por los que se desarrolla este octavo álbum de la banda holandesa se condensan en los algo más de treinta minutos de duración, esto puede ayudar para hacerse una leve idea de bajo que textura se ajusta la paleta cromática de sonidos de estos tres killer punks atrapados en el cuerpo de rockandrollers, rockabillys pugnado por salir de su envoltorio punkrocker, a veces rozando incluso el hardcore, tan demoledores como quirúrgicos en su ejecución, aunque siempre a tumba abierta.

"We Want Blood!" directo a la sien, sin descanso "Goin' Downtown", "Sofullashit" o "One-Woman Man". Un cierto respiro con "Just Another Day" y su apetecible cadencia fulminada de inmediato por otra píldora envenenada, "Crank Up The Everything" brutal en su ejecución. "It's About You", "Breaking Down" o "Bakkerburg" devuelven momentáneamente la cordura aunque sin levantar el pie del acelerador bajo ningún concepto, "Gotta Do The Catchin' ", "Bad Energy", o "Too Far Gone" recuerdan en cierta medida la fórmula empleada en sus primeros trabajos aportando un ligerísimo aire old school que bajo mi personal punto de vista les sienta muy bien.

"Hell Is Where It's At" pone el punto final volviendo a la fiereza del inicio, ese descontrol sujeto a la anarquía "controlada" que exhiben estos tres (a veces cuatro) obtiene un reflejo inmediato en las sensaciones del que escucha, provocando en la inmediatez del shock prematuro el amor más absoluto por los desmanes de la banda o por el contrario la sensación de hastió sonoro provocada por una propuesta no adecuada para oídos excesivamente sensibles....

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